Las tiendas ambulantes afinan sus voces con el mi - la - re - sol - si - mi del amanecer. Sus voces ambulantes cantan.
Las tiendas ambulantes sucumben ante el estallido del tránsito mañanero y , solo a lo lejos, se escucha decir: llévelo, llévelo...
Las tiendas ambulantes venden de a dos por mil.
Las tiendas ambulantes sienten hambre al cenit y solo a esa hora se despeja la avenida para que los transeúntes caminen con su instinto consumista en off mode.
Las tiendas ambulantes descansan a la sombra.
Las tiendas ambulantes luchan, tiran piedras y gritan improperios a la policía municipal.
Las tiendas ambulantes dicen que eso es mejor que robar.
Las tiendas ambulantes pegan cajitas de CDs con maskin tape sobre plástico negro.
Entre santeros y garantes de paz, las tiendas ambulantes disfrutan del zafarrancho y el jolgorio que supone ser una tienda ambulante.
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