domingo, 3 de febrero de 2013

Etérea


San José amaneció oscuro y frío, sin embargo yo me visto de blanco.
Mi cuerpo levita en el mundo y yo en él. Mi estómago está en mi garganta y el alma en los dedos.
Acúsenme de etérea pero hoy no estoy aquí: morí antier y nadie me avisó... no me quedó más que creer que podía seguir viviendo.
Muchos fueron a mi entierro pero yo a nadie conocía. Los vi desde lejitos a todos y cada uno de ellos.
Mi padre y mi madre, víctimas de mi ausencia, se amparan juntos bajo el aguacate del jardín a llorar por mi. Ellos no comprenden que hay cosas que uno no decide por sí mismo: él dice vuelas y te vas. No espera nada.
Y quedan las auroras que no vi y la ausencia de quien fui.
Estuve alguna vez, o lo soñé?
Estuve dónde?
Qué?
...

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