domingo, 30 de mayo de 2010

Sin palabras al amar


Lo he dicho antes y ahora lo repito: enamorado jamás conseguirás buenos escritos.
La falta de soledad impide que uno sea lúcido.


Y es que al estar enamorado uno jamás se encuentra solo sino que anda, más bien, acompañado en el pensamiento. (De ahí la incapacidad mental y la negación a pensar).

Además el amor causa gastritis, colitis, dolor de cuerpo, de cintura y diarrea y, a menos que a uno le guste ser visceral al escribir, no sirve de mucho.

En resumen, amar siendo escritor es más pérdida que ganancia.

Reencarnación

En vez de preguntarnos si existe la vida después de la vida deberíamos, más bien, cuestionarnos si hay vida durante la vida misma. O si, al posponer, morimos dejando la vida para después.

Después morimos.

Hablar


Esta maraña de palabras y de sueños me quema y me carcome las vísceras cuando no les saco a caminar por las calles de la vida. Quedarme callada es una decisión auto flageladora si se trata de mí.

Cuando me callo es como si bombas de hiel estallaran al unísono de esa decisión. Hablar es contrarrestar la hiel, abrir un agujero en la boca del estómago para que mis palabras afloren, para que dejen de quemarme por dentro.

Tetris


Caminar por la Avenida Central es como jugar tetris con uno mismo

martes, 25 de mayo de 2010

Sola


Nunca estoy tan sola como cuando me rodeo de personas que, lejos de ser ellos mismos, abandonan sus cuerpecillos al ritmo de diabólicas sonatas computadas.

Estos seres, en vez de conectarse con el mundo, o consigo mismos, se lanzan a los vacíos predios del NO SER, inconscientes de su ausencia.

Cuando se va la luz

Cuando se va la luz uno lo nota. Sea de día o sea de noche, uno lo nota. Se siente entonces una paz profunda al respirar; casi se logra levitar cuando se va la luz.

El silencio absorbe todo. Todo menos el trino de dos o tres pajarillos en árboles cercanos.

Cuando se va la luz la ciudad se sienta a descansar, pide un vaso con agua y mira la vida pasar, o detenerse, igual que ella.

Cuando se va la luz todo es virgen y uno anhela besos ausentes de esos que no se dan en los labios.

Cuando se va la luz todo se para excepto los autos. Así debe ser: algo debe mantener la conciencia de que aún existe. Porque cuando se va la luz nada existe; lo efímero de la vida cobra sentido en cada kilovatio de ausencia lumínica.

Cuando se va la luz me siento a la ventana a conversar conmigo, a esperar que ella regrese pero disfrutando su ausencia.

Cuando se va la luz todo es puro, cuando se va la luz trato de sentirlo todo y lo logro.

No existe un momento más auténtico que éste cuando, a falta de luz, yo soy el mundo.