viernes, 16 de julio de 2010

¿Qué es la vida señor Presidente?

¿Qué es la vida señor Presidente?
¿Qué es la vida señor Diputado?
¿Qué es la vida señor Indigente?
Dígame usted que esta aquí a mi lado.

Hay gente que osa decir “la vida no es más que…”, y agregan un adjetivo, miserable quizá, como si la vida tuviera un solo significado.

Pero cada tarde la vida sale sin permiso de la casa, camina hasta la venta de la esquina, compra pan dulce, regresa y prepara café. Por eso estamos todos despiertos.

A los que no toman café les sirve te y, a quien prefiere algo mas dulce, chocolate caliente.

Cree que asimilo la respiración?
La vida inflándome los pulmones.
La vida es un ratito dicen los cardiólogos.
La vida es solo un ciclo, dice Brian Weiss.

Para mi la vida es, señor Presidente, persona importante, europeo por antonomasia, un simple espejo que, siguiendo las leyes de la reflexión, refleja la mucha o POCA luz que hay del otro lado.

Aquí, señor presidente, nada es igual a nada.

Y esa nada no es simple, nunca lo fue, nunca lo es aunque la gente sonría para que parezca que si: Qué eran los días?... Se ha preguntado usted si amanece?

Aquí nada cambio; solo una millonésima de cosas.

Irse es muy fácil pero, y los que quedamos en la Tierra qué? A nosotros los gusanos no nos hacen el favor de comérsenos las vísceras.

Yo se, señor presidente, que Dios y la telepatía son muy grandes, pero de que manera puede una mano conjugar sin conocer? Cómo puede un escritor ser fidedigno a datos o hechos que desconoce?

Quien escribe juzga el saber, el vivir y el sentir de si mismo o del mundo que le rodea. Lo desconocido queda para después.

Mientras tanto, el que calla otorga y su mano firma un papel en blanco donde los demás pueden escribir cualquier cosa... De todos modos ya estaba firmado.

Todos somos páginas en el libro de otros, señor presidente, no de un solo otro sino de MUCHOS otros; pero también de uno solo a su razón y perspectiva del mundo. O mi Macondo debe, a fuerza, ser igual a su Macondo?

Y miserable, señor presidente, que palabra tan amarga, que sudor tan agrio. Miserable es como me hace sentir la catarsis de un lector que cree que él es un pobre usado por el artista cuando no se da cuenta que, al decodificar todas las palabras a su antojo, es el único autor de su desgracia.

Señor presidente, si uno no puedo ser uno misma con otro pues tendrá que serlo con sigo mismo.

Quisiera agregar, señor presidente, que esto no es un teatro. Nunca he visto colgado en la puerta de afuera un rotulo que diga: SE BUSCAN PERSONAJES. Por ende, señor presidente, si usted se cree uno, no es más que una sombra que, ante la necesidad de que lo vean actuar, se ha creado a sí mismo.

Ya para despedirme, ilustrísimo señor, quisiera agregar que cualquier semejanza de los hechos y personajes de este escrito con la realidad es pura coincidencia.

Saludos, señor Presidente.


neNe

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