Hoy estuve pensando, al ocaso, ¿para qué sirven las fotos?
¿Cómo guardar en una foto el olor del mar caribe o su fulgor en tu piel luego de un día soleado?
¿Para qué sirven las fotos?
¿Guarda una foto el sentimiento de una madre indígena que arrulla a su niño a eso de las siete de la noche en una isla sin luz?
¿Para qué sirven las fotos?
¿Podría acaso yo guardarte en una imagen?
Y ese sonido… ¿lo guardo en una foto?
Y el calor… ¿lo guardo en una foto?
Las fotos son, sin duda, ese recuerdo para los demás, mas no para uno. El verdadero recuerdo, el que no se borra, no se guarda en álbumes sino en esa tacita de café que tomaste en la casa de aquella señora humilde.
A ver, ¡retrata su humildad en una foto!
Siente el aire… ¡tómale una foto, te reto!
Y las fotos de sentimientos y de nudos en la garganta… ¿cómo tomarlas?
Vas de viaje y, eso si, no olvidas la cámara.
Vente vos en vez del retrato.
Vente vos en vez de todas las cosas sin nombre que hay en esas imágenes de alguna época en tu vida.
No me guardes en fotos, no, a mi no. Llévame en el alma, en las cosas pequeñas, solitarias y sombrías que guardas en tu alma.
Llévame, si, pero no en tus fotos.
neNe
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