Nada como una bocanada de aire caliente para recordarle a uno que le arde la sangre por dentro.
Que somos de una tierra de volcanes que fulguran en el alma de todos los que nos ensalzamos porque somos centroamericanos.
Hombres y mujeres tostados por el sol que se bañan con agua de sal pacifica y atlántica. Gente que lucha con picos, palas o lo que tenga en las manos.
Porque ser centroamericano es mas que ponerse el nombre y ya. Ser centroamericano es ser hermano por antonomasia.
Hijos de la buena ventura en una zona de gracia, de agua potable, pies pequeñitos, marimbas y guitarras.
Montadores de caballos que comen sopa de gallina y se suben a los palos bajo el cielo estrellado para llevar serenata a su amada.
Mujeres valientes que palmean tortillas y las rellenan con queso producido en este paraíso.
Creyenseros que se visten con ropa de segunda mano, llevan un rosario en el pecho y bajan de las montañas a vender yuca.
O ingenieros que construyen puentes, casas y edificios o más caminos para unir las siete patrias: un solo pedazo de tierra.
Nietos de zapateros, herreros y parteras. Sembradores de caña de azúcar y maíz.
Amigos de los perros, los gatos y el agua ardiente.
Pero sobre todo hombres y mujeres: seres humanos sencillos y enamorados de las lunas llenas.
Patio trasero... que importa! Estar atrás no es un pecado cuando se nace en Centroamérica. Por mi parte, le doy el beneficio de la duda.
Que somos de una tierra de volcanes que fulguran en el alma de todos los que nos ensalzamos porque somos centroamericanos.
Hombres y mujeres tostados por el sol que se bañan con agua de sal pacifica y atlántica. Gente que lucha con picos, palas o lo que tenga en las manos.
Porque ser centroamericano es mas que ponerse el nombre y ya. Ser centroamericano es ser hermano por antonomasia.
Hijos de la buena ventura en una zona de gracia, de agua potable, pies pequeñitos, marimbas y guitarras.
Montadores de caballos que comen sopa de gallina y se suben a los palos bajo el cielo estrellado para llevar serenata a su amada.
Mujeres valientes que palmean tortillas y las rellenan con queso producido en este paraíso.
Creyenseros que se visten con ropa de segunda mano, llevan un rosario en el pecho y bajan de las montañas a vender yuca.
O ingenieros que construyen puentes, casas y edificios o más caminos para unir las siete patrias: un solo pedazo de tierra.
Nietos de zapateros, herreros y parteras. Sembradores de caña de azúcar y maíz.
Amigos de los perros, los gatos y el agua ardiente.
Pero sobre todo hombres y mujeres: seres humanos sencillos y enamorados de las lunas llenas.
Patio trasero... que importa! Estar atrás no es un pecado cuando se nace en Centroamérica. Por mi parte, le doy el beneficio de la duda.