Y papá que aún cree que puede seguir engañándome con esa historia de un libro que escribía el tío Juan mientras dormía y que cada mañana, cuando despertaba, amanecía un poco más completo.
El tío Juan es músico y lee las cartas. Vivió con una muchacha joven, el amor de su vida, a quien quiso desmesuradamente pero la mala vida, el alcohol y las drogas la alejaron.
Ella estaba embarazada y, aunque no se lo había dicho, el lo sospechaba.
Pero una tarde llegó a su casa y ella ya no estaba, se había ido y solo dejó el libro del tío Juan tirado el baño.
Un día saliendo de un bar y bajo la lluvia, su padre, mi abuelo, diviso a lo lejos a una chica con uniforme de colegio, con los ruedos recogidos para no mojarlos, sosteniendo una sombrilla con una mano y un bebé en su otro brazo. Era Ana que al ver a don Paco, quedó impactada y se detuvo para salir corriendo un segundo después.
Mi abuelo se lo contó a mi tía y ella decidió decírselo a su hermano. Ella subió las escaleras y lo miró sentado en su escritorio.
Mi tía se tiró en la cama de Juan y se atacó a llorar, le dijo que el era demasiado callado y que por eso ellos nunca sabían lo que pensaba o lo que sentía y que además, por su mal carácter, prefieren ocultarle las cosas.
Le dijo también que comprendía a Ana por querer irse y dejar esa muerte que el le ofrecía por vida pero nunca podría entenderlo a él quien, a pesar de amar esa mujer como a nadie, no había tenido valor para buscarla y traerla de nuevo a su lado.
“Papá vio a Ana el otro día, le dijo, ella caminaba bajo la lluvia con un niño en brazos”
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