sábado, 3 de enero de 2009

Construir en Nicaragua


La Partida

Era la 1:00am y todo se veía oscuro, no tanto por el hecho de que fuera de noche sino por el golpe que me había dado contra una puerta eléctrica de cristal transparente que no vi y contra la que choque a la salida de la funeraria donde velaban los padres de una amiga.

Llegue a Ticabus con un ojo morado y un trozo de hielo para evitar la hinchazón a causa del golpe. Todos los pasajeros incluyendo el chofer creyeron que yo había sido, cuanto mínimo, asaltada.

Luli llego a eso de la 1:10am con su hermano quien se asusto al ver semejante moretón en mi cara y media hora mas tarde, como siempre tarde, Sophie.

Habíamos reservado los tres mejores asientos: 1, 2 y 3; lugares que terminamos cediendo a un señor que viajaba en silla de ruedas para quedar destinadas a sentarnos a escasos 2 metros del sanitario del bus.

Luli y yo dormimos todo el trayecto San José-Peñas Blancas trayecto que, Sophie asegura, paso en vela por no se que dolor que le aquejaba.

Al llegar a la frontera desayunamos yogurt y un paisaje montañoso. Montanas que engalanan la vista con su verdor intenso pero, por otro lado, montanas de basura que contrastaban con las anteriores.

Luego de que los empleados de Ticabus sobornaran a las autoridades fronterizas de Costa Rica para no tener que hacer una fila que parecía interminable y acelerar el proceso de chequeo de pasaportes, pasamos la frontera. Del otro lado Nicaragua.

Fue demasiado gracioso cuando, al llegar a la aduana nicaragüense, nos hicieron bajar todo nuestro equipaje, formarnos en una fila y tocar el botón de una maquina en forma de semáforo que te daba la señal de si debías o no abrir tus maletas y mostrar su contenido.

El mecanismo de la maquina era tipo “ruleta rusa”, es decir, si el azar decidía que el color del semáforo en tu turno era rojo mostrabas tus pertenencias y si era verde pasabas sin ser revisado. Por suerte esta maquina nos favoreció y ninguna de las tres tuvo que abrir el equipaje.

De nuevo en el bus y ya en tierra nica, Morfeo se apodero de las tres y dormimos hasta llegar a la capital.

A eso de las 12:30pm todo fue calor y sudor en la piel: habíamos llegado a Managua.


El recibimiento

Las sonrisas de Luis (Director Comercial) y Carlitos (encargado de detección), abrazos y hospitalidad, fueron el sol de nuestro segundo amanecer del día. Ellos nos llevaron a la oficina del techo.

La oficina de Un Techo para mi País en Nicaragua se encuentra situada en Bosque de Altamira, en Managua, al costado este del Palí.

En la entrada de la casa hay 2 portones, una grande que da paso a la cochera y de ahí a la oficina y uno pequeño que da a la puerta principal de la casa de Javiera (Directora Social) y Luis, donde hay un jardincito.

La casa emana paz al entrar. En la sala hay unos sillones y una mesita con 2 adornos hechos de guacal y, como buena casa de techero, un cenicero.

Dos estantes en la pared derecha con libros de José Saramago, entre otros y, junto a la ventana, mecedoras de madera de esas que usan los abuelitos para sentarse en las tardes a ver el tiempo pasar.

Al lado izquierdo de la sala esta la cocina que Javiera mantiene siempre limpia y ordenada y al fondo 3 habitaciones, la de Luis y la de Javi separadas por el baño principal y una para huéspedes que tiene un baño particular dentro de ella.

La cocina tiene una puerta hacia fuera que da al patio, donde hay una pila, un tendedero y plantas.

La oficina, situada al fondo del patio, no es muy grande. Dentro hay una mesa, un abanico para apagar el calor, dos pequeños escritorios y un librero. Afuera, pintado en grande en la pared, el símbolo de UTPMP.

Recién llegadas fuimos invitadas a almorzar rapidito par irnos a conocer, en mi caso de Sophie, la comunidad 30 de Mayo en Reparto Shick (lugar donde se construirían las 5 viviendas) y Luli otra comunidad donde UTPMP - Nicaragua esta empezando a trabajar.

Reparto Shick es una zona de Managua conocida por el alto índice de pobreza y delincuencia, sin embargo, 30 de Mayo no es la comunidad más peligrosa de la zona.

Según entendí, UTPM – Nicaragua decidió construir ahí sus primeras viviendas, entre otras razones, porque hay una líder a quien los pobladores respetan y que vela por el bien la comunidad lo cual hace que haya cierto orden. Ella ha sido de gran ayuda para romper el hielo con los vecinos y es como la vocera del techo en la comunidad a pesar de que ninguna de las viviendas le fuese asignada. Su nombre es Salvadora.

Salvadora tiene un negocio casero y da empleo a otra señora de la comunidad. Ambas se pasan el día frente a un fogón amasando masa y palmeándola para vender de tortillas de maíz con cuajada a un peso (un Córdoba) la tortilla sola y a dos pesos la tortilla con una bolita de cuajada. Mmmmmmmmm deliciosas….

Ya en 30 de Mayo, “la Salvadora”, como se le conoce, nos llevo a Sophie, a Tuti (Carol – Intendente de estas construcciones) y a mi a conocer a las familias y a ver los terrenos que cada una de estas tenia dispuesto para la ubicación de la Mediagua.

De vuelta a la casa y al descubrir que no había nadie, nos fuimos a “turistear” por las calles de Managua. Estuvimos en Tizcapa, antiguo hogar del dictador Somoza y donde se levanto una figura con la sombra de Augusto Sandino. Ahí visitamos una exposición sobre la vida de este último en una sala situada bajo la loma de Tizcapa, lugar que solían ser barracas donde encerraban prisioneros.

Tuti nos hablo de la Revolución Sandinista y sus personajes y nos mostró, desde Tizcapa, varios puntos de la ciudad que ella consideraba importantes y algunos edificios que se convirtieron en escombros durante el terremoto que azotó Nicaragua en 1972. Edificios que ahora son habitados por personas en pobreza. Acerca de ello, Tuti comento: “estos edificios son como precarios solo que hacia arriba en vez de hacia los lados”

La primera noche en Nicaragua nos fuimos a un bacanal, como dicen allá, y entre las dos hembras más conocidas de esa nación: Toña y Victoria, música y buenos amigos las horas se nos fueron volando.


Jueves: La UCA

El jueves por la mañana la gloriosa voz de Luis, quien ama cantar, nos despertó. Eran de Perro Zompopo las canciones, creo.

Ya en pie, hacer almuerzo, hablar ya concretamente de la formación en las construcciones y partir a la reunión con los voluntarios planificada para las 4:30pm en la UCA.

La Universidad Centroamericana (UCA) se encuentra situada en el centro de Managua. Es una universidad privada donde estudia la mayoría de los voluntarios de Un Techo para mi País – Nicaragua.

Llegamos a la UCA a las 4:30 pm en punto y ya muchos de los voluntarios estaban ahí esperándonos. Muchos pero no todos.

Ya dentro de un aula dispuesta como sala de reuniones Javiera, Directora Social, empezó a motivar a los voluntarios y a hablarles acerca de la experiencia que iban a vivir en exactamente 24 horas. Además, Javiera les recomendó que herramientas e instrumentos personales era importante llevar y respondió algunas preguntas de los muchachos como “¿Y con que nos vamos a hidratar?”, “¿Hay que llevar casco? (pregunta que me hizo inmediatamente acordarme de Bob) o ¿Pero, vamos a dormir en el piso?.

Preguntas que siempre resultan graciosas para quienes dormir el en piso ya se nos hizo costumbre, el casco es una alusión a un amigo techero llamado Bob e hidratarse es casi un sueño si la jefa de escuela es Andrea Fernández (jejejeje).
En la UCA a Sophie,a Luli y a mi nos llamo la atención que el número de voluntarias mujeres era el doble, es mas, hasta me atrevería a decir que las chicas triplicaban la cantidad de voluntarios hombres.

Otro dato interesante es que, por sus apellidos, te dabas cuenta de que venían de familias reconocidas de Nicaragua. Apellidos como Mejía, Chamorro, Barrios eran solo algunos de los apellidos de los voluntarios. Menciono esto porque por mi experiencia como voluntaria en otros países, he podido notar como los voluntarios pioneros de UTPMP son muchachos que vienen de familias pudientes.

Ese dato me llama la atención y lo comenté con Luis, Director Comercial de Nicaragua, y el me dijo algo muy cierto que yo quizá no había tomado en cuenta. Luis dijo algo como que los voluntarios de UTPMP eran jóvenes entregados y comprometidos con la organización pero que saben que no pueden dejar de lado sus estudios y para ello necesitaban el apoyo de sus familias. O sea, que es un poco difícil, aunque no imposible, que una persona que estudie, se pague su universidad, y además trabaje porque debe ayudar a su familia económicamente se asocie a organizaciones como esta simplemente porque no tiene tiempo. Lo cual no quiere decir que no comparta los mismos intereses que los otros jóvenes.

La acotación de Luis me pareció muy acertada y compare lo que el dijo con mi caso: muchas veces yo quisiera entregar cuerpo y alma por el techo pero teng razones que me impiden hacerlo al 100%. Yo utilizo mi tiempo libre de la universidad y las vacaciones de mi trabajo para “chancletear”, como diría Andrea, en el techo.

No voy a negar que a veces me sienta cansada. Mi familia y mis amigos creen que estoy loca porque uso mi tiempo libre para el techo pero la experiencia de compartir con las familias y de ver que lo que hago ayuda me gratifica tanto que me da fuerza para seguir. El techo me hace sentirme útil.

Ese día en la UCA, me senté a hablar con un voluntario. Este chico estaba tan feliz de pertenecer al techo porque, según el, Javiera y Luis les delegan a sus voluntarios tareas importantes. Este muchacho no lo dijo literalmente, pero a lo que deduje se refería a que nunca nadie había tenido la confianza de encargarle algo realmente importante. Es decir, estos chicos ven al Techo como su primer trabajo real y por eso se sienten comprometidos a dar lo mejor de si.


Noche de jueves

Ya luego de la UCA, el papa de Tuti, que es periodista pero que labora como profesor de Historia y Turismo nos llevo a dar un paseo por el centro de la ciudad. Ente otros lugares, visitamos la Catedral, cuyo frente estaba tapado con un cartel de Feliz Navidad Danielista. Según don Roger, padre de Tuti, ese frente es una obra arquitectónica majestuosa.

En Centro Histórico, llamado “kilómetro cero” debido a que la distancia de cualquier punto de Managua se cuenta a partir de ahí, visitamos monumentos, como el levantado al poeta Rubén Darío, Carlos Fonseca y , conocido como el eslabón vital.

Luego del paseo nos fuimos a la casa-oficina y entre perfúmeres de mujer, esperamos que llegara la delegación de Guatemala.

Mientras esperábamos a los guatemaltecos el tiempo se hacia eterno y salí a comer nachos con Evelyn, encargada de Comunicación, quien se encargó de darme un tour por cuanto lugar de bacanal existiera en Managua.

De vuelta en casa, y ya con los guatemaltecos en suelo nica todos empezamos a conversar y me quede dormida.

Buena cosa fue darme cuenta, a la mañana siguiente que todos se habían ido de fiesta habiéndome dejado encerrada en la casa pues les dio lástima despertarme.


Viernes: Día del envío

Luis:
¡Javi, Javi, llama al aserradero. Javi llama por favor!
Javiera: Luis son las 7 de la mañana, el aserradero no ha abierto todavía.
Luis: ¡Javi, es que las casas están en Guatemala!
Javiera: ¿Cómo que las casas están en Guatemala?
Luis: ¡Sí, me soñé que estaba conectado al messenger de google y que Agustín me decía que, por equivocación, las casas habían sido enviadas a Guatemala!
Javiera y Rosa: Luuuiiiiiis…

Como podrán apreciar, Luis tenía su forma característica de despertarnos cada día y ese día no fue la excepción. El pobre se había soñado que las casas habían sido enviadas a Guatemala y nos fue a despertar para que llamáramos al aserradero a ver si todo estaba bien.

Luego de unas cuantas poesías matutinas y ya con Luis consciente de la realidad nos levantamos de las camas a disponer de los últimos detalles antes de las construcciones.

Por mi parte, yo estaba un poco preocupada ya que estoy acostumbrada que para el día de las construcciones ya todo esta listo y, hasta ese día, no se habían comprado las herramientas que faltaban. Pero fue lo primero que se hizo el viernes por la mañana: comprar las herramientas.

Ese día las ticas nos fuimos al mercado Wembes con Tuti y Carlitos a comprar lo que faltaba para la intendencia de la escuela.

El Mercado Wembes es uno de los mercados más grandes de Nicaragua y de Centroamérica, es un mercado estilo libre y callejero y tiene más de 3.000 negocios (contando vendedores sin establecimientos, bancos y farmacias). Ahí me entraron las ganas de comprar una camiseta con un dibujo de Nicaragua, algo típico para llevarme a Costa Rica.

Tenía el dinero en la mano hasta que Carlitos dijo: “Mirá, son hechas en El Salvador”, o sea, yo iba a comprar una camiseta típica de Nicaragua hecha en El Salvador. Jajaja.

Claro, mi experiencia en Wembes no fue nada comparada a la de Luli, a quien todos los comerciantes le ofrecían las cosas a precios exorbitantes ya que creían que era alemana o algo así.

Llegada la hora de irnos al envió, tomamos un taxi y nos fuimos de nuevo a la UCA.

En la UCA estaban todos los voluntarios con quienes vacilamos y charlamos hasta que llegó la hora de irnos.

Ya en la escuela fuimos súper bien recibidos.

Descargamos la mitad de los pilotes y la mitad de las casas pues la otra mitad llegaba hasta el otro día.

Esa noche, entre juegos, los voluntarios nos conocimos y compartimos un poco antes de irnos a construir juntos el día siguiente.

Esa noche también conocí a mi co-jefe de cuadrilla: Fernando, quien el día que terminamos la casa me confesó que la primera impresión que tuvo al ver mi cara fue que yo era demasiado estricta y enojona.

Fernando estaba súper nervioso de ser jefe de cuadrilla porque nunca antes había construido y entonces yo, haciéndome la valiente porque también estaba re asustada ya que era mi primera vez como jefa de cuadrilla, le dije que si quería podíamos repasar el método constructivo.

Así que saque la computadora y con la presentación que Migue y Carlitos de Costa Rica me habían enviado por correo, Fernando, Ximena (otra voluntaria que también iba a ser co-jefa) y yo empezamos a repasar paso por paso como se construye una mediagua.

Luego de la capacitación y motivación ellos ya estaban más tranquilos y entonces nos fuimos a dormir.


Sábado: Inicio de las construcciones

El sábado nos despertamos con muchas ganas de irnos a construir.

Luego de un rico desayuno nos reunimos presentaron a los jefes de cuadrilla a sus respectivos cuadrilleros.

Lo primero que les dije a mis cuadrilleros mucho antes de presentarme siquiera fue: “Chicos, vamos a construir la primer mediagua de Nicaragua”. Y desde ese momento buscamos nombre a nuestra cuadrilla. Luego de una ardua búsqueda que paso por “los sandinistas”, “los revolucionarios” y otros mil nombres más, el equipo escogió, por votación unánime que nuestra cuadrilla se llamaría Los Fieras.

Cuando llegamos a al terreno de Doña Rosa Argentina, una señora cabeza de hogar con 3 hijos que además cuida los 3 hijos que su hija mayor abandonó para irse con un hombre, me presenté a mi misma y a los muchachos. Le dije a doña Rosa que Fernando era nuestro jefe de cuadrilla y que yo solamente estaba ahí para guiarlos con ciertas cosas de la construcción.

Dispuestos a trabajar, notamos, a simple ojo, que el terreno estaba desnivelado y al sacar medidas con el nivel, descubrimos que la diferencia entre un extremo del terreno y la otra era de casi medio metro de altura, o sea, debíamos nivelar todo.

Los Fieras nos pasamos casi toda la mañana del sábado nivelando el terreno lo que desanimó mucho la cuadrilla. Yo trataba de motivarlos diciéndoles que eso siempre pasaba, que siempre había que nivelar el terreno, pero la verdad es que en mis construcciones anteriores yo nunca había tenido que nivelar.

Agustín, Director de Guatemala que había sido nombrado capataz y a quien yo le había confesado la noche anterior que yo estaba un poco asustada porque nunca antes había sido jefa de cuadrilla, pasó por nuestro terreno mientras nivelamos y entró para verificar como iba todo.

Ya cuando se iba, Agustín habló conmigo aparte y me dijo que yo podía, que iba a terminar de primera y que no me preocupara por haber tenido que nivelar el terreno porque, en su caso, siempre lo había hecho.

Aunque no le creí a Agustín ese cuento de que siempre había tenido que nivelar, debo confesar que sus palabras me llenaron de confort.

Fue ahí cuando me dije a mi misma que sí podía levantar esa mediagua costara lo que costara y que mi equipo, a pesar de que ninguno había construido nunca, era el más capaz del mundo.

Volví con la cuadrilla y seguimos nivelando Siempre que alguien de otra cuadrilla pasaba por ahí, mis voluntarios le preguntaban: ¿Y por donde van ustedes?, ¿Cuánto les falta?

Trabajábamos con el método de ponernos metas y la meta para antes del almuerzo era tener el terreno nivelado y el pilote maestro en pie.

Los nietos de doña Rosa se la pasaban brincando de un lado para otro y querían hacer de todo, como buenos niños. Por su parte, doña Rosa pala en mano, nunca dejo de ayudarnos.

A la hora del almuerzo nuestra primera meta estaba cumplida.

Doña Rosa nos sirvió la comida y todos empezamos a hablar de nosotros, a preguntarle a doña Rosa cosas sobre ella y su familia y a vacilar. Entonces propuse nuestra segunda meta: dejar el piso puesto.

Y agregué una regla: estaba prohibido preguntarle a las otras cuadrillas por que parte de la construcción iban y motivarnos y trabajar duro para ver si de verdad poníamos el piso ese día.

A las 4pm teníamos los quince pilotes puestos y nivelados. Por otro lado, las vigas de piso ya habían sido serruchadas en su mayoría por quienes no estaban poniendo pilotes y las que ya estaban listas estaban siendo clavadas por otros voluntarios.

Al finalizar la tarde solo faltaban 2 vigas por poner pero les dije a mis voluntarios que debíamos para ya la luz del día ya se había acabado.

Nos fuimos a la escuela con los demás cuadrilleros y ahí comimos juntos y hablamos acerca de la experiencia del día.

Sentada con mis voluntarios, comentamos acerca de la primera impresión que tuvimos de los otros y todos coincidieron con Fernando en su primer impresión es que yo iba a ser demasiado enojona pero que mi actitud positiva y mi forma de ser cambiaron por completo la idea que tenían de mi.

Yo les dije que al principio, todo me parecían chiquillos fresas pero que mientras lo veía trabajar me sentía muy orgullosa de estar con ellos porque cada uno aportaba a la cuadrilla su toque especial:

Paola, por ejemplo, cuidaba a los niños y se encargaba de nivelar como nadie. La Mari es una líder nata y ponía entusiasmo en todo lo que hacíamos.

El chino (Pedro) era demasiado fuerte, lo comparo con Haulk y no se que hubiéramos hecho sin él.

Benjamín era demasiado apuntado y en mi opinión fue un tercer jefe de cuadrilla que ponía a todos a reír.

Jennifer estaba lista a ayudar en lo que la necesitáramos, siempre que yo necesitaba algo sabía que podía contar con ella.

Isabel, interesada por cada uno de los detalles de la mediagua.

Eugenio, el mejor aprendiz, era el más preocupado por aprender como levantar una mediagua para así poder levantar muchas más en Nicaragua. Persona que yo propondría como jefe de cuadrilla con los ojos cerrados.

La Eveling toda amor buscando a ver en que ayudaba y un as descargando al igual que Mari.

Y por último, Rizo que se estudió todo el manual antes de venir a construir, es mas, se metió a la página de UTPMP-CR y bajó el que estaba ahí !!!

Esa era mi cuadrilla, Los Fieras, que ese día nos fuimos a acostar con la intensión de levantarnos al día siguiente sin otra meta que la de terminar esa vivienda.

Esa noche, antes de irme a dormir, Evelyn, mi amiga de comunicación me dio un masaje delicioso que me hizo dormir como un ángel hasta el otro día cuando Javiera llegó a levantarnos a todos para ir a cantarle cumpleaños a Eugenio que celebraba sus 20 años construyendo una Nicaragua más justa.


Domingo: Los Fieras construyen la primera mediagua de Nicaragua

Luego de cantarle cumpleaños a Eugenio y tras desayunar y hacer juegos, nos fuimos de nuevo a la comunidad.

Doña Rosa y los niños estaban esperándonos y para nuestra sorpresa, habían pegado las vigas de piso que nosotros no habíamos pegado el día anterior. Faltaban solo algunos clavos por poner.

Entonces Los Fieras nos dispusimos a poner el piso, que fue clavado por Eugenio y Benja y luego, levantar la primer U.

Ya levantado el cascarón fue cosa de niños aplomar y poner las vigas maestras y dos o tres vigas secundarias antes de irnos a almorzar ese día.

Almorzamos en un lugar diferente al del día anterior porque pegaba mucho sol y Managua ya es lo suficientemente caliente como para que tras de eso el sol venga a acrecentar el calor.

Doña Rosa es una excelente cocinera y siempre se esmeró porque todos estuviéramos a gusto y el domingo no fue la excepción: ella y la Mari nos prepararon una rica pasta que nos comimos con todas las ganas del mundo ya que moríamos de hambre de la trabajada.

A las 2pm ya estaban Benja, Pao y Rizo pegando el techo cuando como a las 3pm me dice Rizo: “Rosa, necesitamos más clavos de techo, por favor danos más”. Yo respondí: “Pero Rizo, yo te di la bolsa con TODOS los clavos” a lo que Rizo respondió: “Sí pero Agustín nos dijo que claváramos en las crestas y ya clavamos todas las crestas”.

Es decir, gastaron la bolsa entera de clavos en un solo lado de la casa, puedo jurar que eso techo nunca va a salir volando.

Así que tuvimos que ir por más clavos para la otra mitad del techo.

A las 4pm ya las terminaciones estaban listas, tarea que no fue nada fácil ya que las puertas y ventanas no calzaban así que las tuvimos que desarmar y cortar y lijar hasta que ajustaran.

A las 4:20pm habíamos terminado y no lo podíamos creer. Nuestro sueño se había cumplido: Los Fieras construimos la primera mediagua de Nicaragua.

Era tanta la emoción que inauguramos la vivienda y empezamos a brincar dentro de la casa hasta que se nos movió el piso: se había zafado una regla de piso que estaba zafada desde el principio.

Llamamos a Agustín y con una gata de carro levantamos el lado del piso que se había zafado, clavamos de nuevo con clavos de 4 pulgadas, probamos que todo estuviera bien y listo.

Los chicos estaban demasiado felices y yo y Fernando ni nos la podíamos creer: habíamos estado a cargo de aquello que se levantaba ante nuestros ojos.

Todos los cuadrilleros se sentaron en círculo y hablaban acerca de lo que nos costó, del día anterior cuando pasamos toda la mañana nivelando y de el poder que tiene el rabajo en equipo y el delegar tareas.

Todos coincidimos en que fuimos los primeros porque nunca hubo nadie desocupado: unos estaban con la familia mientras otros hacían hoyos, otros nivelaban, otros lijaban, otros serruchaban y clavaban…

Pero aunque para todos la cosa estaba terminada ahí para mi no era así, porque creo que aunque la vivienda va a ayudar a esta familia, la pobreza no se cura con “una libra de clavos y un formón”.

Desde el día que visité la comunidad por primera vez y conocí a doña Rosa, vi en sus ojos esas ganas de hablar pero esa impotencia en su boca para hacerlo. Así que mi labor realmente empezó ahí.

Ordené a los chicos ordenar todo antes de sentarse a descansar y me fui dentro del rancho de doña Rosa a escucharla.


Rosa Argentina

La cara de la pobreza es la misma en todos los países, en todos los precarios. La pobreza tiene cara de niño, de viejo, de hombre fuerte, de persona débil y hasta de mujer.

La pobreza tiene cara de Doña Rosa, una mujer como muchas de las que te topas en un precario, de esas que desean ser 2 en vez de 1 para poder trabajar más y llevar una mejor calidad de vida a su familia.

Con un poco más de cuarenta años, Rosa es madre de 3 mujeres y un varón y además esta al cargo de tres de sus nietos, hijos de su hija mayor quien los abandonó para irse a vivir con un hombre que no es el padre de los niños.

Doña Rosa, a pesar de que tiene 2 de sus hijos viviendo consigo, es la única que trabaja pues su hijo menor apenas acaba de graduarse de la escuela, cosa que la hace sentirse muy orgullosa. Ella quiere que su hijo no deje de estudiar.

Y su hija del centro, tiene un bebé pequeño y otro más grandecito y es la que se encarga del cuidado de estos y los otros chicos.

Doña Rosa vende números que se juegan con la lotería y además compra cosas que revende como ropa de niño o perfumes para ganarse la vida.

Ella no cuenta con apoyo ni de estado ni de su familia y hasta hace dos, según me dijo, vivía con un hombre que la dejó por otra mujer.

Me contó que se siente sola, que no tiene siquiera con quien hablar y que a veces llora por las noches sin que sus niños la escuchen porque siente que ya no puede más y, sin embargo, sabe que no puede desistir porque sin ella, los niños morirían de hambre.

Rosa dice que ella sufre por su estado de pobreza pero que además sufre por su estado de mujer y que es como si la misma pobreza le arrebatara el derecho a soñar, a sentirse bella y querida.

Según ella, todos vienen a hablar, todos con mil palabras de aliento pero que nadie viene dispuesto a escuchar y que ella necesita hablar con alguien de vez en cuando para desatar esa presión que siente en el pecho cuando ve que las cosas no siempre van tan bien como ella quisiera.

Así que la escuché, estuve alrededor de 2 horas ahí solo escuchándola hablar.

Entonces vi que mi co-jefe, Fernando, entro donde estábamos y se sentó con nosotros.

Rosa al principio se sintió incómoda ya que cambió completamente. Yo me dije: “Ya se me cagó Fernando en todo”. Pero entonces Fer empezó a hablar acerca de una situación difícil por la cual estaba pasando su familia hasta que el y doña Rosa se comprendieron tanto el uno al otro que sentí que yo sobraba y me fui a ver a mis otros cuadrilleros que seguían afuera vacilando.

Salí porque me pareció importante dejar que Fernando viviera la experiencia que ya yo he tenido antes, que el sintiera ese acercamiento que hizo que hoy yo quiera seguir trabajando para erradicar la pobreza extrema.

Quise que Fernando, como jefe de cuadrilla experimentara lo que pasa en su país y que mejor forma de afrontarlo cara a cara.

Cuando llegó la hora de irnos, una de las niñas, Tina, se había quedado dormida en los brazos de Benjamín. Así que el la puso el su cama; pero su hermana gemela, Tina, estalló en llanto y su hermanito mayor se puso tan triste que no quería hablarnos.

A mi se partió el alma el mil pedazos, pero fui donde el niño, el mayorcito, y le dije que no esto no se acababa acá y que ahora todo lo que seguía estaba en sus manos.

Nos fuimos todos en compañía de doña Rosa a casa de la Salvadora y le cantamos cumpleaños feliz de nuevo a Eugenio y partimos hacia la escuela.

De vuelta en la escuela compartimos un pequeño refrigerio con las familias.

Después todo fue muy rápido: recoger todo, limpiar la escuela y volver a la casa-oficina.

Comida en una gasolinera con los guatemaltecos, chilenos y salvadoreños y una Toñita antes de irse a la cama.


Conclusiones

Estuve a punto de cancelar mi viaje de vuelta y quedarme un día mas, pero si me quedaba un día más, habría postergado mi viaje por siempre. Me hubiera quedado a vivir ahí.

A las 4am me levante y Luis me acompañó a tomar un taxi a la estación del bus.

En la frontera otra vez, el calor, camioneros durmiendo en hamacas bajo sus trailers, las montañas de basura y sobornar a las autoridades.

De vuelta en Costa Rica, con cansancio sobre los hombros pero con la satisfacción de haber trabajado junto a los nicas. Enamorada de Nicaragua, de su gente, de su patriotismo y con la esperanza de regresar a ese país tan lleno de magia y de personas maravillosas.

Con la fe de haber enseñado y completamente segura de que cualquiera de mis voluntarios es capaz de levantar cien mil mediaguas más en su país porque yo sembré en ellos la esperanza del sí se puede.

Yo agradecida con ellos porque hicieron que yo me diera cuenta de que tenía la capacidad de enseñar, capacidad que yo creía que no existía en mi. Los nicas hicieron que venciera el miedo y trabajaron conmigo y levantamos juntos la primera de muchas mediaguas más que vendrán en Nicaragua

“Un nica: mas que un amigo, un hermano”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Rose de mi vida!!!
Que bellaaaaaaaaaaaaaaa =D
Que bueno saber que todo marchó como debía marchar, por lo menos yo tuve mucho miedo de que todo saliera mal, pero ahora incluso ya soñé con las segundas construcciones =).
Fue increible que vinieras, y que bueno saber que te gustó Nicaragua como a nosotros nos gustó conocerlas a ustedes las tres tiquillas. Sobre todo, sabiendo que hemos crecido pensando en que un tico no puede ser un buen amigo, y a mi un trío de ticas me vino a dar esperanzas, me dieron días lindos, me enseñaron y me hicieron saber que al final somos todos seres humanos, y ese es el primer factor de muchos que nos unen.
Cuando fuimos a dejar a los chapines dije que quería salirme del techo, por esa locura de estar conociendo gente linda y despedirlas, y hacerlo cada construcción?? que feo!!!
pero con esta belleza de internet que ahora quiero más que antes, puedo estar en contacto con mi tiquilla Rose, y saber más de lo que pude saber cuando pisó tierra nica, y saber y hacerle saber que aqui está la nica más chiquita, dispuesta a recibirla cuando quiera y ansiosa por ir a conocer su país, feliz de haberla conocido, feliz de leerla y feliz de saber que a pesar de que no planeo visitar muchas veces Costa Rica (aunque qué sabemos después...) y quien sabe cuantas veces puedan volver a Nicaragua, las recuerdo siempre, como mis maestras en la primera construcción en mi país, y ojalá conozca gente asi cada vez que construyamos, porque esta es una de las etapas del techo para mi, y una de las mejores.
Te quiero Rose, te recuerdo siempre y espero verte pronto =)

*Groucho* dijo...

a meses de haberlo vivido, q rico revivirlo en tus palabras...

ahora, estoy esperando la cronica chapiiiina!!!! :D

tq

fofi