Cómo no ansiar volver al mar; cómo no si seguís ahí, esperándome en esa casita pequeña con cangrejos que crujen al cerrar las puertas, con ventanas de amaneceres de marzo y atardeceres de diciembre.
Nuestro techo, no de estuco, sí de estrellas, sí de lluvia, sí de cielo.
Cómo no ansiar volver al mar si te recuerdo, te recuerdo y nos recuerdo un mediodía de domingo pescando y asando lo pescado. Alimentándonos de esperanza, de lucha, de esfuerzo… de amor.
Cómo no ansiar volver al mar si están mis lágrimas, todas y cada una de ellas confundidas con la inmensidad de las aguas de nuestro patio trasero… todo un paraíso.
Cómo no ansiar volver al mar y recorrer en bicicleta esas calles polvorientas de un abril caluroso a pleno sol. Y aquel olor a leña que se impregna en los poros de la piel, en la ropa recién lavada y tendida, en nuestros sueños.
Cómo no ansiar volver al mar y escucharlo por las noches, y temer sus estruendos, y después tranquilizarme porque me das paz.
Cómo no ansiar volver al mar, y enterrarnos en la arena, y jugar a ser amantes… y jugar a ser pareja.
Cómo no ansiar al mar, y verte ahí, como si nada, como si hoy fuera cualquier día del verano del 2006.
neNe
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