lunes, 20 de septiembre de 2010

Cómo no ansiar volver al mar


Cómo no ansiar volver al mar; cómo no si seguís ahí, esperándome en esa casita pequeña con cangrejos que crujen al cerrar las puertas, con ventanas de amaneceres de marzo y atardeceres de diciembre.

Nuestro techo, no de estuco, sí de estrellas, sí de lluvia, sí de cielo.

Cómo no ansiar volver al mar si te recuerdo, te recuerdo y nos recuerdo un mediodía de domingo pescando y asando lo pescado. Alimentándonos de esperanza, de lucha, de esfuerzo… de amor.


Cómo no ansiar volver al mar si están mis lágrimas, todas y cada una de ellas confundidas con la inmensidad de las aguas de nuestro patio trasero… todo un paraíso.


Cómo no ansiar volver al mar y recorrer en bicicleta esas calles polvorientas de un abril caluroso a pleno sol. Y aquel olor a leña que se impregna en los poros de la piel, en la ropa recién lavada y tendida, en nuestros sueños.

Cómo no ansiar volver al mar y escucharlo por las noches, y temer sus estruendos, y después tranquilizarme porque me das paz.

Cómo no ansiar volver al mar, y enterrarnos en la arena, y jugar a ser amantes… y jugar a ser pareja.

Cómo no ansiar al mar, y verte ahí, como si nada, como si hoy fuera cualquier día del verano del 2006.


neNe

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