
Miedo...
El miedo es la madre de todos los vicios y, por ende, el vicio por excelencia.
Miedo de no poder visualizar la noticia o, peor aun, el enfoque.
Miedo a tomar un papel y un lápiz y tan solo dejarse guiar por el instinto. Identificar cada una de las cosas de la vida cotidiana que le revuelven a uno las tripas y plasmarlas en el papel a forma de denuncia. Esto en el mejor de los casos.
Peor es el miedo al miedo mismo. Verse petrificado ante el simple hecho de sentir miedo.
Miedo a ser una estadística más en las listas de desempleo, miedo a ser una figura en vez de un informante, miedo a ser modelo y no un modelo.
Perfección? No me lo prometo. Seria ilusorio creer que yo, la más imperfecta del mundo, pretenda venir a descubrir hoy, en pleno siglo XXI, el agua tibia. A lo más, prometo ser colindante a ese tan subjetivo vocablo mal llamado objetivismo.
De ahí en adelante todo es historia.
Manos a la obra.
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